El Matrimonio

El matrimonio entre los Triquis

EL MATRIMONIO TRADICIONAL

Se conforma a través de todo un ritual, en el que incluso sin conocerse los futuros esposos llega a verificarse. Los padres del novio realizarán diversas «embajadas» (visitas) a la casa de la novia para entrevistarse con sus padres. Por embajada el triqui entiende el hecho de reunirse los padres de los futuros contrayentes, en el que comparten bebida, tabaco y alimentos.

Conforme a la costumbre jurídica triqui, las familias de los futuros esposos no deben estar unidas por vínculos de sangre o parentesco, es decir, no pueden casarse entre parientes.

El número de embajadas puede variar y en relación con el acuerdo en que lleguen los padres. En cada reunión o embajada los padres comentan acerca de sus hijos, sus virtudes y las actividades que saben desempeñar. Se trata de un ritual en el que los padres y solamente ellos acuerdan establecer un «precio» a cambio de celebrar el matrimonio.

Entre los «copalas» se acostumbran hasta tres embajadas, mientras que entre los «chicahuaxtlas» se llegan a efectuar siete como máximo. El segundo tipo de matrimonio es el propiamente eclesiástico con ambientaciones y sincretismo que corresponden a la etnia.

En ambos tipos de matrimonio existe un «contrato oral» a través del cual surgen derechos y obligaciones que los esposos tienen que cumplir y cuya no aplicación implica que intervenga la autoridad (agente municipal) o en su caso, los principales o caracterizados.

En el matrimonio triqui no solo se concibe la unión de dos personas, sino que el enlace matrimonial también unifica a las dos familias parentesco ritual.

De esta vinculación familiar se reconocen determinadas relaciones de reciprocidad en el trabajo, que derivan en la colaboración mutua de una familia hacia otra, Asi, en el barrio, es común identificar la solidaridad que se brinda en el cuidado de los hijos, la asistencia a los enfermos, la construcción de corrales, el corte de madera, la construcción de sus casas e incluso la faena agrícola.

Dado el sistema patriarcal imperante, es evidente que no existen los amigos derechos para los consortes. Todo apunta a que el varón tenga hegemonía en las distintas actividades (definición del bien agrario, manejo de los ingresos, etc.). En otras palabras «la mujer tiene que seguir al varón» como así lo entienden los Triquis circunstancia no tan simbólica, sino manifestación de la vida real.